El s. XX empieza en Sitges con la culminación de toda la modernización que se había ido gestando a finales del siglo anterior. Así, vemos como a nivel urbanístico se urbaniza la zona de Terramar y la del Vinyet, se construye el Passeig Marítim, se termina la escalera de la Fragata a La Punta (1900), se reforma el Cap de la Vila, se abren grandes vías que conectan el paseo frente al mar con la carretera de Vilanova, se edifican preciosas casas propiedad de americanos que aún hoy se erigen señoriales frente al mar. Llega la electricidad, el teléfono, las canalizaciones del agua y se construye la doble vía férrea entre Sitges y Castelldefels. La industria del calzado que se inició a finales del siglo pasado crece con fuerza y en el 1936, el 75% de la población activa trabajaba en el sector del calzado. En Vallcarca se instaló una fábrica de cemento y cal hidráulica que en 1901 supuso la creación de una colonia industrial que tuvo más de cinco mil habitantes a mediados de siglo XX. En esta primera mitad del s. XX empieza el turismo y se extiende la fama de Sitges, aparece la Oficina d’Informació Turística, se abren hoteles como el Hotel Subur (1916) y el Hotel Terramar (1933), equipamientos culturales  (Museu Cau Ferrat y Biblioteca Popular Santiago Rusiñol). Se crean nuevas escuelas con profesores tan emblemáticos que hoy en día hay escuelas nuevas que llevan sus nombres: Esteve Barrachina, Maria Ossó, Emili Picó i Magí Casanovas.

Entre 1910 y 1912 se construyó el Hospital de Sant Joan Baptista de Sitges, actualmente residencia geriátrica, es de estilo modernista y destacan su puerta principal y la cúpula de literna.
El pintor Agustí Ferrer Pino diseñó el Drac de Sitges que se inauguró por la Festa Major de 1922.
El Autòdrom de Terramar fue el primer circuito permanente de competiciones automovilísticas de España (1923) i el tercero de Europa.
También empiezan a haber asociaciones de diversa índole algunas de las cuales perduran hoy en día: Club Natació Sitges, Club Ciclista Suburense, Patronat d’Acció Social Catòlica…

 

 

Sitges se conocía como una villa culta, cosmopolita, en su seno vivían y trabajaban escultores, pintores, poetas, compositores y personajes tan polifacéticos como Miquel Utrillo (ingeniero, crítico de arte, dinamizador cultural…), Joaquim Sunyer (pintor del Novecentismo), Antoni Català (compositor de música sacra y de sardanas), Josep Carbonell i Gener (periodista, historiador ), Charles Deering (industrial y coleccionista norte-americano que impresionado por la belleza de Sitges se construyó el Palau Maricel dónde instaló sus obras de arte).
La Guerra Civil Española (1936-1939) truncó esta explosión cultural y de apertura al mundo de Sitges (como ocurrió por toda Cataluña). Se vivió una etapa oscura a causa de la dictadura, de la represión, aislamiento internacional, desigualdades sociales, falta de materias primas…

Es a partir de la segunda mitad del siglo XX que empieza a cambiar la situación ya que España empieza a ingresar en algunos organismos internacionales y USA empieza a apoyar el régimen franquista. El turismo renace y la oferta hotelera se triplica, aumentando también la oferta de bares, cafeterías y locales de ocio. Este boom del sector turístico hace que muchos de los sitgetanos que se dedicaban a la industria del calzado, pase a trabajar para el sector turístico y para la construcción y empezó el declive de la industria del calzado llegando a los años setenta con un 75% de la población de Sitges trabajando para el sector turístico.

Como es característico de Sitges, la vida social y cultural del pueblo seguía creciendo y abarcando todos los ámbitos: 1970 se inauguró el Museu Maricel, Artur Carbonell fue un gran hombre de teatro (y pintor) con gran cantidad de montajes y espectáculos de variedades  (1906-1973), Pere Jou esculpió los capiteles del Palau Maricel y los frisos del Casino Prado (1891-1964), Ramon Planas fue un periodista y gran referente intelectual con sus novelas y ensayos (1905-1989), Pere Pruna (1904-1977) decoró dos dependencias de la iglesia Parroquial, se institucionalizó la Festivitat del Corpus con los primeros concursos para premiar las mejores alfombras de flores y la Exposición de Claveles, a finales de 1960 empiezan los festivales de teatro y cine, el primer rally de coches de época Barcelona-Sitges tiene lugar en 1959, la Festa de la Verema que continua también hoy en día, empezó a principios de los años sesenta…
Al finalizar la dictadura española, empiezan los cambios políticos en el Ayuntamiento y las primeras elecciones democráticas tienen lugar en 1979 y fueron ganadas por Jordi Serra del PSC-PSOE.

Sitges sufre desde finales de los 70 hasta hoy en día, un crecimiento extraordinario: de los 11.500 habitantes de 1970 pasa a 28.130 habitantes en 2010 (datos del padrón municipal del INE). Esto supone la creación de nuevas zonas residenciales, nuevas calles y avenidas… en el año 1975 empieza a funcionar el Port d’Aiguadolç, a principios de los años 90 se inauguró la autopista del Garraf que acercaba en tiempo  Sitges a Barcelona y al aeropuerto, por lo que se crean más hoteles, más afluencia de visitantes y Sitges pasa a ser la segunda ciudad de Cataluña en celebración de Congresos.  El fin de la dictadura permite a Sitges recuperar la fiesta del Carnaval por las calles del pueblo, aumentando con los años los participantes y las carrozas y llevando la fama de su Carnaval por todo el mundo.
No sólo se ha construido para el turismo, también se han mejorado parques, servicios e infraestructuras para los habitantes de la villa: recuperación de espacios verdes como los jardines del Terramar o l’Hort de Can Falç, creación de nuevos como el Parc de can Robert, nuevas escuelas, nuevo mercado municipal, nueva biblioteca, OAC… y como no, también crecen distintas agrupaciones, asociaciones y entidades dentro del pueblo, tanto en el ámbito deportivo, gremial, cultural, folklórico…

Esta efervescente vida social y cultural está impregnada en el ADN de los habitantes de Sitges y seguir la historia nos hace comprender a Sitges como un pueblo pequeño de pescadores, con sus casitas blancas, sus casas de “americanos”, su día a día de ir y venir de gente por los distintos barrios que se saludan porque no deja de ser un pueblecito pequeño, pero en cambio mantiene una vida cultural tan activa como una gran ciudad, con sus festivales de cine y teatro, su gran oferta lúdica y festiva, con sus Carnavales, su Rally de época, el Menjar de Tast, los conciertos… es difícil encontrar un fin de semana dónde no haya algún tipo de fiesta, exposición, desfile, obra o evento público. Eso hace de Sitges un pueblo especial dónde la palabra “aburrimiento” no tiene cabida en su vida pero ofrece rincones de calma y reposo para los que así lo desean. Los contrastes harmonizados con el encanto de su gente le han hecho especial: el mar y las montañas del Garraf, sus rincones de calma y sus calles de fiesta, las fiestas populares y los Festivales Internacionales de Cine y Teatro, las fiestas religiosas y las fiestas paganas…

 

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