Una prospección con georradar, que se realizará el jueves 6 de noviembre, deberá determinar si existen restos romanos bajo el Vinyet.
La Regidoría de Cultura ha iniciado nuevos trabajos para profundizar en el conocimiento histórico de Sitges y llevará a cabo una prospección del subsuelo del santuario del Vinyet mediante tecnología de radar. La intervención será ejecutada por una empresa especializada, bajo la coordinación del arqueólogo sitgetano Joan Garcia Targa, el jueves 6 de noviembre.
Garcia Targa ya dirigió las excavaciones de los años 2003-2004 entre la carretera y la vía del tren en la zona del Vinyet – Passeig de Vilanova, de las cuales surgió la hipótesis de que podrían existir más edificaciones de época romana en los alrededores. Por este motivo, el nuevo estudio pretende verificar si bajo el santuario se conserva la parte noble de una antigua villa romana.
Los actuales sistemas de georradar permiten detectar indicios arqueológicos sin necesidad de excavar, ofreciendo una imagen aproximada del tipo de subsuelo. Los trabajos comenzarán el jueves 6 de noviembre a partir de las 10 h de la mañana.
El ermitorio del Vinyet posee un gran valor simbólico, religioso y patrimonial para Sitges. Desde el punto de vista arqueológico, también es un espacio clave para comprender la historia local. Desde finales del siglo XIX y durante el XX, se han realizado diversas excavaciones, culminando en la gran campaña de 2003–2004, que confirmó la existencia de una villa romana dispuesta a ambos lados del Passeig de Vilanova, con una zona productiva y otra residencial. La tesis actual busca confirmar si la parte residencial del propietario se encuentra bajo la actual ermita, un fenómeno habitual en la historia del territorio, donde los espacios religiosos modernos se erigen sobre antiguos lugares de relevancia.
Prospección con georradar
La prospección cubrirá la superficie mediante secciones separadas cada 20 centímetros, con una resolución de lectura de 3 milímetros, generando un modelo tridimensional del subsuelo de entre 1,2 y 1,8 metros de profundidad, según el contexto geoarqueológico local.
El georradar emite pulsos electromagnéticos hacia el subsuelo que permiten visualizar estructuras ocultas o variaciones de materiales. Los resultados se mostrarán en mapas tridimensionales y modelos vectoriales, donde será posible reconocer estructuras arqueológicas o constructivas.
La calidad de los resultados depende de dos factores: la resolución del muestreo (a mayor densidad de lecturas, más detalle) y la composición geológica del terreno, ya que materiales como arcillas o restos constructivos afectan la penetración del radar.
