Nueva exposición en Out of Africa Gallery: Harmony of Humanity show

La nueva exposición en OOA Gallery lleva por nombre Harmony of Humanity, con la participacion de los artistas: Okoye Emeka y Olivia M. Pendergast, y tendrá lugar del 20 de enero al 25 de febrero de 2024.

OKOYE EMEKA

Nacido en Ohaofia, Nigeria en 1997. Vive y trabaja en Uyo, Nigeria

El despertar de África, por Marga Perera

Su pintura tiene una larga trayectoria: empezó dibujando y haciendo caricaturas de pequeño; su primer contacto con el arte le pareció increíble porque ocurrió cuando estaba en la escuela primaria. En ese momento no iba demasiado bien en lectura, escritura y lengua, especialmente en inglés, y la única manera que tenía de expresarse era con sus dibujos. Entonces se dio cuenta de que muchas personas conectaban emocionalmente con ellos, aunque sólo fueran caricaturas, y fue entonces cuando decidió estudiar arte; estudió en la Universidad de Uyo, en su Nigeria natal.

Actualmente, Okoye Emeka (Nigeria, 1997) está representado por Mitochondria Gallery de Houston, en Texas, después de que, en 2022, fuera seleccionado como uno de los artistas emergentes destacados para la exposición en Thurgood Marshall College Fund, donde participaron artistas de renombre como Sam Gilliam, David Hockney, Roy Lichtenstein, Sarah Slappey, Derrick Adams, Kehinde Wiley, Amoako Boafo y Jeff Koons. Al principio, Okoye pintaba más bodegones y paisajes, hasta que se sintió atraído por los autorretratos de Rembrandt, quien había pintado casi un centenar, desde su juventud hasta su vejez, con verdadero virtuosismo y con un profundo estudio de expresión de las emociones. Fue muy intenso lo que Okoye descubrió entonces en Rembrandt; también lo sedujeron los retratos de artistas del siglo XIX, como John Singer Sargent y Anders Zorn, y éste fue el punto de inflexión que le llevaría hacia el retrato.

El retrato, tanto pictórico como escultórico, ha tenido una interesante evolución histórica dentro de sus distintos contextos, religioso, económico, político, social, antropológico y psicológico, la mayoría de las veces contextos relacionados entre sí; del heredismo de las culturas más primitivas, como en el arte románico, surgió la necesidad de humanizar el retrato, como en el gótico; del retrato genérico nació la especificidad del personaje, como en la Roma antigua; en el Renacimiento, con la firmeza del rango social, tenemos ejemplos como La Pala di Brera de Piero della Francesca, donde Federico da Montefeltro aparece retratado en una solemne escena religiosa, pero aunque el duque se representa arrodillado, en posición reverente como donante , Battista Sforza, su mujer, según estudios, es la representación misma de la Virgen, y el Niño Jesús, dormido en su regazo, sería el hijo de ambos, Guidobaldo.

En el Barroco, Caravaggio no cumplía con el decoro del Concilio de Trento al servirse de modelos callejeros para sus pinturas como, por ejemplo, en La muerte de la Virgen. También se idealizó al personaje con fines diversos, como arreglar matrimonios reales entre países antes de la aparición de la fotografía, y de la idealización se priorizó la expresión más que la belleza, en un largo camino que ha conducido a representar el mundo interior del personaje con la expresión de sus emociones, como han hecho grandes artistas, como Rembrandt, Goya. Pero el retrato no ha tenido una evolución ni lineal ni simple porque en nuestra brillante Grecia clásica, el gran Fídia fue encarcelado por representar a Pericles en el escudo de la diosa Atenea, en su templo, el Partenón.

Los retratos de Okoye Emeka que ahora presenta la OOA GALLERY son obras recientes, de 2023; Okoye es joven, tiene 26 años, pero no cabe duda de que es un maestro en captar las expresiones humanas. Ante estos retratos, como espectadores, vemos una emoción en un rostro, en un gesto, pero no vemos qué es lo que la está generando, porque Okoye sólo nos sugiere algo del entorno. Aparte del dominio de su técnica, lo que me parece especialmente interesante es su enfoque y su proceso de trabajo, que nos puede llevar a la catarsis de La Poética de Aristóteles y desde allí a la catarsis psicoanalítica de Freud y de Jung y técnicas contemporáneas de liberación emocional. Recordemos que para Aristóteles la tragedia griega era una forma de educar al pueblo provocando en el público un proceso de identificación con los conflictos de los actores, que permitía aflorar las emociones y su liberación, la catarsis.

Antes de pintar un retrato, Okoye mantiene profundas conversaciones con sus modelos, sobre cómo fue su crecimiento, sus relaciones, su vida sexual y social, y trata de descubrir lo que les gusta y lo que no, así puede explorar en profundidad, con sus personajes, sus pensamientos, sentimientos y emociones, razonando sobre el proceso de curación y crecimiento por el que pasó, y eso es lo que le inspira a pintar. Por eso, las emociones que vemos en estas pinturas van mucho más allá de una simple representación pictórica, porque Okoye busca revelar algo íntimo de la esencia y de la vida interior de su retrato; la mayoría de pinturas responden a un proceso performativo, que incluye una puesta en escena frente al modelo, introduciendo los objetos o escenas que mejor se adapten al evento que ocurrió; así, reviviendo la situación, sea placentera o conflictiva, la emoción es real y Okoye puede captarla con gran verosimilitud, sugiriendo el ambiente y el estado de ánimo.

La mayoría de los personajes de Okoye son jóvenes y de mediana edad, para él significa que desde pequeños estamos llenos de energía, ambición, esperanza y sueños que conducen a experiencias y acontecimientos memorables, pero que en algún momento, mirando hacia atrás, no serán más que recuerdos del pasado. De ahí la necesidad de librarse del pasado y en ese proceso de liberación de una energía psíquica, que siempre está en movimiento, salen los gestos y las miradas de mayor profundidad, lo que llamaríamos un retrato psicológico. Okoye nos lleva al lienzo su fascinación por la mente humana y cómo se ve afectada la actitud de una persona en un momento particular o durante el transcurso de un evento. Él mismo se impregna de la emoción de sus personajes, especialmente después de las conversaciones profundas que ambos mantienen, y está convencido de que ponerse en el lugar del otro es lo que le permite representar con sinceridad lo que cada uno de ellos siente. En estos retratos, con emociones vividos en el pasado, se puede leer una reflexión sobre el paso del tiempo, sobre la necesidad de librarse del pasado y vivir el presente, que sabemos que es extremadamente fugaz; recordemos « Carpe diem »: aprovecha el día, aprovecha el presente, que tanto nos recomendó el poeta romano Horacio en sus Odes, ya en el siglo I a. Muchos pintores a lo largo de la historia han pintado « las tres edades de la vida », niñez, juventud y vejez, como alegoría sobre la inexorable fugacidad de la vida; a diferencia de esta alegoría, en los retratos de Okoye no se representa la vejez, todavía hay tiempo para librarse de emociones pasadas, pero es necesario que esté aquí y ahora. Okoye nos enfrenta a la fragilidad humana de todas las épocas, razas y creencias, ya la necesidad de desarrollar y reforzar la inteligencia emocional y la empatía, esa capacidad de comprender y compartir los sentimientos de los demás, que hoy en día se considera un de los pilares de la inteligencia. Es decir, no existe inteligencia sin empatía. Miedo, amor, tranquilidad, alegría, indiferencia o resignación es lo que nos comunican sus personajes y, aunque son emociones comunes a toda la humanidad, ante las que podemos sentirnos identificados en muchas de ellas en algún momento de nuestra vida, su pintura se centra también en su identidad negra, en su interés por la historia de su país y, por lo general, por la de África, por hechos como el colonialismo o la inmigración. Entre sus lecturas favoritas se encuentra la novela Tot se va al resquebrajarse del escritor nigeriano Chinua Achebe (1930-2013); publicada en 1958, es la primera novela histórica que trata de las sociedades africanas que fueron colonizadas y vivieron el exterminio de su forma de vivir y de pensar, de su religión, de sus tradiciones y de su magia. Nelson Mandela leyó esta novela en prisión y dijo: « El escritor ante quien se hunden los muros de la cárcel ». Todo se va al resquebrajarse relata el proceso histórico en el que los negros pierden el poder a favor del colonizador blanco. Es la novela más leída en África y es considerada un legado para los pueblos africanos que carecen de información escrita. Después de la colonización, ahora África tiene mucho que decir.

Marga Perera (AICA) Dra. Historia del Arte

 

Olivia Mae Pendergast

Una Melodía de Humanidad

Olivia Mae Pendergast, una artista nacida en Estados Unidos, emprendió un viaje artístico transformador cuando descubrió África, específicamente en Malawi, en 2008. Viajes posteriores a lugares como Haití y Bangladesh siguieron, pero fue en 2016 cuando decidió hacer de Kenia su hogar. Aunque ha explorado paisajes, la verdadera pasión de Pendergast reside en el retrato, capturando la esencia de personas « ordinarias » en su vida cotidiana con una notable sutileza.

Sus representaciones aparentemente simples ocultan una creatividad profunda y una búsqueda de efectos sutiles que dejan una impresión duradera. Las pinturas de Pendergast poseen una calidad contemporánea y progresista, al tiempo que hacen un guiño a los revolucionarios maestros antiguos del siglo XX, como Picasso, Modigliani y Gauguin. La influencia de Modigliani es especialmente evidente en las formas alargadas y expresiones de sus sujetos kenianos, rindiendo homenaje al icónico artista mientras mantiene un estilo único y significativo. El arte de Pendergast trasciende la mera exploración estética; se convierte en un puente que conecta culturas. En lugar de apropiarse de motivos africanos, reconoce abiertamente su inspiración como una artista estadounidense que vive entre kenianos.

Su enfoque empático es palpable, evidente en la confianza y comodidad que muestran sus sujetos al posar voluntariamente para ella. Sus pinceladas sueltas y transparentes de óleo y los colores terrosos de tonos pastel sirven como dispositivos visuales intencionales, permitiendo a los espectadores mirar más allá de los rasgos físicos y conectar con la verdadera esencia de sus sujetos. Los tonos de fondo son como especias brillantes. El trabajo de Pendergast desafía el debate sobre si un artista no africano puede considerarse contemporáneo africano, afirmando que cualquier persona que centre a las personas, la cultura y las narrativas africanas con sinceridad debe ser abrazada. Sus pinturas, impregnadas de una espiritualidad que trasciende lo mundano, celebran al héroe cotidiano. Cada lienzo se convierte en una canción, una melodía para la humanidad, resonando la dignidad y el aura mágica inherentes a cada individuo. Con una atención meticulosa a los detalles y al fondo, Pendergast crea una sinfonía visual, donde los tonos pastel armonizan con la energía o languidez de sus sujetos, creando una experiencia inmersiva que va más allá de la superficie, resonando con el alma de cada figura retratada. En el arte de Pendergast, cada persona se convierte en una entidad mágica, un testimonio de la profunda belleza encontrada en lo ordinario.